Historia
Mora Tradició Fornera desde 1884, pronto 140 años a tu servicio.
Hace muchos años, que el bisabuelo Manuel hijo de Cal Pau Mora, se fue a aprender de panadero, en Cal Blanco de S. Pere de Riudebitlles.
Y así es, como en 1884 comienza nuestra historia. Pasados unos años, se casa y tiene dos hijas. Pero su mujer sufre un trágico accidente, en adormecerse, encima del carro, yendo a repartir pan. Es joven, se vuelve a casa y tiene dos hijos el tío Papet, y el abuelo Enric, que de bien niños trabajan en el obrador. Enric hace de mozo de panadero en Sant Sadurní, donde también juega al fútbol. Más adelante se irá a hacer de panadero en Cal Blanco, donde aprendió de su padre, y es aquí donde conocerá a María, con la que no tarda en casarse. Pasan 7 años en el horno de Santiago por las cosas de la posguerra incluso de Esparraguera les iban a pie a buscar pan. Aquí tienen dos hijos Enric y Pere.
Sant Jaume de Ses Oliveres, es un pueblo pequeño, y no hay trabajo para toda la familia. Estevet y Lola que tienen una carnicería en Masquefa (actualmente Can Rosell), los animan a que vayan, pues tiene tren y coches de línea.
En 1946 Enric y Maria, salen de Sant Jaume hacia Masquefa, con un carro lleno de ollas, dos niños y otro de camino. Y se instalan en Ca l’Isidro al Serralet, en el tejado y en la fachada, aunque hay agujeros de la guerra. La gente que tiene tierras llevaba el trigo al molino, y la harina en la panadería, para cambiar tantos kilos de harina, por tantos kilos de pan.
Es el tiempo de las libretas de racionamiento y el estraperlo, el tren aflojaba la marcha y tirando pañuelos de hacer fardos llenos de panes al vagón del correo. A veces, en el obrador, recibían inspecciones de guarda civiles y alguna vez les requisaban todo el pan. L’Enric hijo, explica que eran chiquilladas, en cuanto un día un guardia civil simpáticamente lo levantó, pero a él no le va pareció así, pues al ver la pistola se asustó, la madre le dijo con una mirada, que no pasaba nada.
De pequeños, los hijos con una carretilla a llevar pan por las casas, en Can Mercet, en Can Benet, en Can Llopart, Cal Bartomeu. El Abuelo mima y pinta las tortas de una, en una como si cada una fuera una obra única, y la gente le esperaba con el pan recien salido del horno. La abuela María, todo y teniendo tres niños, va todo el día escaleras arriba y escaleras abajo, de la tienda hacia el obrador. L’Enric hijo va aprendiendo el oficio, mientras que Pedro va a hacer de mozo en la Pastelería Niza de Barcelona, y más tarde en Cal Saba de Sant Cugat.
Somos el tiempo de los Beatles, y Pere al son de sus canciones empieza a hacer pastelería, primero con los padres y pronto en el obrador de la C / del Sol. L’Enric, conoce a Montserrat, se casan y hace de dependienta en Cal Garroset en la C / Mayor. Hasta aquí los domingos y las fiestas son de guardar. No tarda el senyor Junyent en decirles, «os tendréis que atar bien las alpargatas». Estamos a finales de los 60, proliferando los barrios, y todo de calles nuevas. La gente se compra terrenos, y se hacen segundas residencias. El obrador se empieza a quedar pequeño. De Cal Domènech, nos dicen teneis que comprar el horno.
Pasa el tiempo y finalmente lo terminan haciendo, esta tienda con su obrador, también es centenària. Dejámos Cal Garroset, y vamos a Cal Domènech, actual sede en la C / San Pere.Intentant hacer el pan aquí, pero a la semana se dan cuenta de que el horno giratorio tant moderno, no tiene suficiente capacidad y vuelven al pequeño obrador. Mientras tanto Montse que de noche no deja dormir, entre los cajones del pan, aprende a caminar.
Fina es la hermana de Montserrat, y Pere no tarda en enamorarse de ella. Ella aprendió el oficio y las recetas a su lado, más tarde también aprendiendo del Xesco, a quien todos recordamos. Más tarde se incorporan David y Diego que hoy en día aún siguen muchas de sus recetas.
Los tiempos han cambiado, hasta hace poco, solo hacían redondos de kilo, alguna barras de kilo, y alguna pieza más, para algunos pocos. Pero ahora la barra se abre camino. El abuelo Enrique, con sus dos hijos panaderos en la frente, se hacen con un terreno y poniendo un horno de pisos, que pronto se quedará corto, y empezamos a incorporar nueva maquinaria.
Nace Enric, que no tardará en jugar entre las sacas de harina, y como si fuera un juego, aprende a heñir, a pastar a hornear y todo lo del oficio .Y más tarde, Josep sigue el mismo camino. Estamos a principios de los 90, la gente quiere reencontrarse con la costumbre de ir a buscar el pan caliente, esto nos lleva a reformar la tienda de la C / San Pere, ponemos un horno y un rinconcito de bajo nivel se convierte en cámara de fermentación. Desde entonces Enric va llevando por la noche, las barras de pan en masa fresca, que iremos fermentando y cuecen de día.
El año 95, Enric, Montserrat y los tres hijos; Enric, Josep y Montse, empezamos una nueva etapa, donde buscamos reencontrarnos con las raíces de los panes artesanos hechos con levadura salvaje y mucho reposo, y ofrecer una amplia gama de variedades. Y para coger impulso, empezamos a vender pan a «Can Tulio «en la C / Piereta y el C / S. Bonifaci de Piera. Mas adelante en los mercados de Martorell y la Avinguda de la Línia de Masquefa.
En 2011, estrenamos tienda y obrador en Can Parellada, donde seguimos soñando entre harinas, panes y pasteles.
Durante este tiempo hemos tenido y tenemos el placer de contar con excepcionales compañeros, que día a día, con su profesionalidad, han hecho y hacen posible que esta historia siga. Entre ellos Martí Uribe Olibé que durante 30 años ha estado a nuestro lado, y que siempre recordaremos.